¿Existen en España puntos públicos de recarga gratis para los coches eléctricos?
La simple idea de recorrer kilómetros sin pagar un solo euro en electricidad es un sueño tentador, pero la realidad es muy distinta
En el mundo del coche eléctrico, la palabra gratis suena casi mágica. Nos evoca la idea de poder movernos sin coste, de “ganarle” al sistema y, de paso, sentir que estamos contribuyendo a un planeta más limpio. Pero en la práctica, la carga gratuita en España es más un caramelo envuelto que un banquete.
La mayoría de estos puntos están ahí para algo muy concreto: que entres, consumas y te quedes. El supermercado te ofrece kWh sin coste… mientras llenas el carrito. El restaurante te da electricidad… mientras llenas la bandeja. El hotel te carga el coche… mientras te cobra la habitación. No es caridad, es estrategia comercial.
Además, esa gratuidad rara vez es sinónimo de velocidad. Hablamos de potencias bajas, de cargadores que exigen paciencia, y que casi siempre están situados a escasos metros de opciones rápidas… pero de pago. El mensaje es claro: si quieres que tu batería suba como la espuma, pasa por caja.
Y no hay que demonizarlo: ofrecer electricidad sin coste sigue siendo un gesto positivo, una ayuda para quienes viven la movilidad eléctrica. Pero conviene recordar que, como en tantas cosas en la vida, nada sale gratis. Siempre hay una contrapartida, aunque sea el tiempo que invertimos o el consumo que hacemos dentro del establecimiento.
En el fondo, la carga gratuita es un recordatorio de que la electricidad, como todo recurso, tiene un valor. La cuestión es si estamos dispuestos a pagarlo en euros… o en minutos.




lo cierto es que sí existen puntos de carga pública gratuita en España, pero su realidad dista de la imagen idílica que a veces se proyecta. Aunque estos puntos se reparten por todo el país, representan una minoría dentro de la red nacional y tienen características muy concretas: potencias limitadas, condiciones de uso específicas y, en la mayoría de casos, la obligación de ser cliente del establecimiento que los ofrece.
Carga lenta y para clientes: la norma general
La inmensa mayoría de los puntos gratuitos en España se ubican en supermercados, centros comerciales, restaurantes y hoteles.
Cadenas como Mercadona, Lidl, Carrefour o Ahorramás han instalado cargadores de entre 3,7 y 22 kW —muy por debajo de las velocidades de carga rápida que alcanzan los 50, 100 o incluso 350 kW—, lo que se traduce en tiempos de recarga que van de una a varias horas para completar una batería.
El objetivo es claro: invitar al cliente a permanecer en el establecimiento mientras el vehículo se recarga. La electricidad gratuita funciona como un gancho comercial, igual que el aparcamiento sin coste o el WiFi libre.
En otros casos, como en McDonald’s, Burger King, Starbucks o ciertos hoteles, la recarga se ofrece como un servicio añadido para fidelizar al cliente o diferenciarse de la competencia.
Colocados junto a puntos rápidos… y de pago
Un detalle que no pasa desapercibido es que muchos de estos cargadores gratuitos se instalan junto a cargadores rápidos de pago.
La estrategia es evidente: ofrecer una opción lenta y sin coste para quienes no tienen prisa, pero dejar la alternativa de pago —más veloz y potente— para quienes necesitan continuar su viaje cuanto antes.
Esto es habitual en parkings municipales, aeropuertos como Madrid-Barajas o Barcelona-El Prat y zonas de alta rotación. El mensaje implícito es que la gratuidad tiene un precio: el de la paciencia.
Por qué se ofrecen gratis
Las razones por las que empresas y organismos mantienen puntos gratuitos son diversas:
Atracción y fidelización de clientes: igual que las promociones o el aparcamiento gratuito, la recarga sin coste atrae tráfico y genera buena imagen.
Responsabilidad corporativa y marketing verde: proyectar un compromiso con la sostenibilidad refuerza la reputación de la marca.
Promoción de la movilidad eléctrica: algunas administraciones locales instalan puntos gratuitos como incentivo para que los ciudadanos den el salto al vehículo eléctrico.
Uso limitado y controlado: al ofrecer potencias bajas, el impacto económico para el proveedor es moderado, y la infraestructura no se satura tanto.


Nada es gratis, kwh por tiempo




Mito y realidad
Decir que en España se puede viajar exclusivamente con carga gratuita es, hoy por hoy, más un mito que una realidad. Sí es posible moverse dentro de una ciudad o cubrir desplazamientos cortos aprovechando estos puntos, pero para trayectos largos la red gratuita es insuficiente, lenta y dispersa.
Para el día a día urbano, la recarga gratuita en supermercados o parkings municipales puede suponer un ahorro interesante. Sin embargo, para viajes interurbanos, el conductor terminará casi siempre recurriendo a puntos rápidos de pago, mucho más eficientes para cubrir kilómetros en poco tiempo.
En definitiva, la carga gratuita en España existe y es útil, pero está pensada más como complemento que como base para la movilidad eléctrica. Su función es fidelizar, promocionar y apoyar la transición, no sustituir a la infraestructura comercial de alta potencia.
Mismo patrón en Europa
En el viejo continente, la carga pública gratuita para coches eléctricos sigue un patrón similar al de España: escasa, lenta y vinculada a intereses comerciales o institucionales. En general, la tendencia en toda Europa es clara: la carga gratuita está en retroceso y se mantiene como herramienta de marketing o servicio local, no como pilar de la infraestructura de movilidad eléctrica.
algunos supermercados ofecen carga gratis a sus clientes foto mercadona
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