BMW i3: Un pionero EV que marcó una era y sigue vivo en el mercado de ocasión
Con un diseño futurista, y casi 10 años de producción, este modelo dejó huella como uno de los más innovadores de aquel panorama
Hablar del BMW i3 es hablar de un coche que no encaja en moldes. No lo hizo en 2013, cuando llegó como un objeto extraño entre utilitarios convencionales, y tampoco lo hace hoy, más de una década después. Pero esa rareza es precisamente lo que lo convierte en un coche especial.
En el día a día, el i3 sigue ofreciendo una experiencia de conducción sorprendentemente fresca. Es ágil, silencioso y con una dirección directa que lo hace casi un kart urbano. Sus dimensiones compactas y su radio de giro reducido lo convierten en uno de los mejores eléctricos para moverse en ciudad. Incluso en carretera, a pesar de su autonomía limitada frente a modelos actuales, mantiene el tipo gracias a su aceleración instantánea y a un chasis muy bien afinado.
El interior es otro de sus puntos fuertes: espacioso para su tamaño, con un diseño minimalista que aún hoy parece adelantado. La elección de materiales sostenibles le otorga un carácter único que otros eléctricos, más impersonales, no han sabido imitar. Sentarse dentro de un i3 es diferente, y esa sensación no ha perdido vigencia.
Claro que no todo es perfecto. Su autonomía, que en sus primeras versiones era más que justa, hoy queda corta frente a competidores de segunda mano más recientes. La carga rápida a 50 kW también se siente anticuada en un mundo donde ya se habla de 150 o 200 kW como estándar. Y aunque su maletero nunca fue su punto fuerte, ahora más que nunca se percibe limitado frente a compactos eléctricos de nueva hornada.
Aun así, el BMW i3 tiene un valor que va más allá de las cifras: es un coche con alma. No fue un eléctrico creado por obligación, sino un proyecto pensado desde cero para ser distinto, innovador y sostenible. Esa filosofía lo convierte hoy en un objeto de culto dentro del mercado de ocasión. Quien lo compra no solo busca un coche eléctrico, busca también una pieza de historia de la movilidad.
En definitiva: el BMW i3 no será el más práctico ni el más competitivo en datos, pero sigue siendo uno de los eléctricos con más personalidad jamás fabricados. Y eso, en un mercado cada vez más homogéneo, vale mucho.




Cuando en 2013 BMW lanzó el i3, pocos podían imaginar que aquel urbano de diseño futurista, carrocería de fibra de carbono y puertas enfrentadas se convertiría en un coche de culto dentro de la historia de la movilidad eléctrica. Fue, sin duda, uno de los modelos más revolucionarios de la última década, no solo dentro de la propia marca bávara, sino en el mercado global de vehículos eléctricos.


Hoy, más de diez años después de su debut y con su producción ya finalizada en 2022, el BMW i3 sigue siendo protagonista en el mercado de segunda mano, reclamando su lugar como un pionero que supo adelantarse a su tiempo.
Un eléctrico adelantado a su época
El BMW i3 rompía moldes por varias razones. Su diseño, con un estilo casi minimalista y de inspiración futurista, parecía salido de un concept car que se hubiera escapado de un salón del automóvil. Pero más allá de la estética, lo realmente innovador era su concepción técnica:
Chasis y carrocería en fibra de carbono (algo reservado hasta entonces a superdeportivos), que lo hacían ligero y rígido.
Interior sostenible, con materiales reciclados, plásticos de origen vegetal y madera certificada, una declaración de intenciones en pleno auge de la conciencia medioambiental.
Puertas suicidas y un habitáculo diáfano que rompían con la tradición de los compactos urbanos.
Todo ello al servicio de un coche 100% eléctrico que, según la versión, ofrecía entre 130 y 300 km de autonomía real.
Una rareza: el “Range Extender”
En una época en la que la red de carga era todavía escasa y poco fiable, BMW ofreció una solución intermedia: el i3 REx, que incorporaba un pequeño motor de gasolina de dos cilindros, heredado de una moto, que actuaba como generador para recargar la batería. No movía las ruedas, solo extendía la autonomía. Una idea peculiar, criticada por algunos puristas, pero que resultó muy útil en aquellos años de transición hacia la electrificación.
¿Por qué dejó de fabricarse?
El i3 siempre fue un coche de nicho. Su precio elevado, cercano al de berlinas de segmentos superiores, limitó su expansión. Además, la rápida evolución de las baterías y el crecimiento de los SUV eléctricos más prácticos hicieron que el pequeño urbano quedara algo descolgado en ventas.
En julio de 2022 salió de la línea de producción el último i3 fabricado en Leipzig, cerrando un ciclo de casi 10 años y más de 250.000 unidades vendidas en todo el mundo. Una cifra modesta, pero suficiente para consolidar su papel de pionero.
Una autonomía de otra época


El i3 hoy: un icono en el mercado de ocasión
Aunque ya no se fabrica, el BMW i3 sigue siendo un modelo muy buscado en el mercado de segunda mano. Su fiabilidad, su diseño atemporal y la calidad de sus materiales lo convierten en un coche que envejece bien.
Los precios de ocasión varían mucho según la versión y el estado de la batería, pero todavía se encuentran unidades en torno a los 15.000 – 20.000 euros, lo que lo coloca como una opción atractiva para quien busque un eléctrico diferente y con personalidad.
Un legado indiscutible
El BMW i3 no fue un coche de masas, pero sí un catalizador de ideas. Sirvió para que la industria comprendiera que un eléctrico podía ser más que una adaptación de un coche de combustión, que la sostenibilidad podía integrarse en el diseño y que había clientes dispuestos a pagar por innovación.
Su legado se percibe en los modelos eléctricos actuales de BMW, desde el iX1 hasta el iX, que ya se apoyan en esa experiencia pionera. Y lo que es más importante: el i3 demostró que arriesgarse tiene sentido cuando el futuro está en juego.




bmw i3 foto - bmw
Las peculiares puertas del BMW i3: un detalle tan brillante como polémico
Uno de los rasgos más llamativos del BMW i3 eran sus puertas enfrentadas o “suicidas”. Al abrirse en direcciones opuestas, ofrecían un acceso amplio y despejado al habitáculo, sin pilar central, lo que facilitaba entrar y salir con comodidad y reforzaba la sensación de espacio en un coche urbano.
Sin embargo, la idea no estuvo exenta de críticas. Para empezar, las puertas traseras no podían abrirse si las delanteras no estaban abiertas, lo que dificultaba la vida diaria con pasajeros, sobre todo en familias con niños. Además, en aparcamientos estrechos el sistema podía resultar incómodo.
En resumen: una solución ingeniosa y distintiva, que reforzaba el carácter futurista del i3, pero que también recordaba que no siempre lo innovador resulta lo más práctico.


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